Contigo el corazón no me late más rápido,
me late a tiempo, feliz;
con pulso firme y decidido a quererte.
Contigo entiendo y agradezco la ligereza de las decisiones
y la simplicidad de las palabras.
Y aunque quisiera evitarlo,
confieso que no te he olvidado para nada.
Te cuento que hay noches enteras que las paso pensando en ti,
en el nosotros que hubo
y en el que pudo existir.
Que hay horas eternas en las que repaso en silencio tu voz,
sencilla, segura, constante;
tuya y mía.
Confieso que, a pesar de todo y contra todo,
no logro deshacerme de los recuerdos que me dejaste.
Y que, aunque entienda a medias este lío,
no puedo evitar querer besarte.
Me conformo con escucharte e imaginarte a diario,
con descubrirte en las canciones que nunca te dediqué,
en las postales que no me atreví a enviar,
y con preparar las palabras justas cuando nos volvamos a encontrar
por primera vez.